El discurso verbal o escrito para que logre
efectivamente cumplir con los propósitos de estética y persuasión, exigirá de
la observación y la presencia de estos elementos que se interrelacionan entre
sí. Conjuntamente con La inventio, la
dispositio, elocutio, y de la memoria, la estructura lingüística,
necesaria para el actio de la exposición
oral ante un gran público.
La inventio supone que el orador halle en
su mente y experiencia aquellas mejores ideas, temas y propuestas que resulten
las más adecuadas para su exposición y que claro interesen a la media del
público al cual irá dirigido su discurso. Una vez que la inventio es un hecho
entrará en juego la dispositio que refiere nada más y nada menos que a la
organización de todas aquellas ideas, temas, surgidos en la inventio, en un
todo cuidadosamente estructurado.
El discurso puede constar de dos partes o de
tres partes, en el primer caso, las dos partes mantienen una tensión recíproca
en el todo y en el segundo caso, el más común, supondrá un desarrollo lineal
con principio, medio y fin, siendo el exordio la parte inicial a través de la
cual se buscará captar la atención del público, continuando la narratio por la
cual el orador presentará su tesis y el asunto que motiva el discurso, luego la
argumentatio presentará los argumentos y finalmente la peroratio que supone una
especie de resumen de todo lo dicho a lo que se le sumará la opinión del
público.
En tanto, el estilo de un discurso, que por
supuesto tendrá mucho que ver con el éxito del mismo, es menester de lo que
denominamos más arriba como elocutio y finalmente la compositio, será el
elemento que nos permitirá analizar la mejor forma de estructurar fónica y
sintácticamente un discurso.
Y como también señalamos, la presentación
oral del discurso exigirá de un adecuado manejo de dos niveles, la memoria, por
un lado, que es la que permitirá el recuerdo del mismo a través de por ejemplo
el uso de reglas mnemotécnicas y por el otro, el actio, que tiene que ver con
los gestos y la modulación de la voz que deben estar en consonancia con el
contenido del discurso. Por ejemplo, si se trata de un tema que está
relacionado con alguna amenaza al bien común, entonces, exigirá de parte del
orador gestos y una entonación que denote seguridad, conocimiento y capacidad
para resolver la cuestión.
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